viernes, 31 de agosto de 2018

abriendo mi corazón


ABRIENDO MI CORAZÓN


 Al igual que con el pasar de los años nuestro cuerpo va haciéndose viejo, también nuestro corazón va evolucionando.

Aunque yo con los años iba creciendo, mi corazón no maduraba de la misma forma. Ya siendo adulto seguía teniendo un punto de vista muy cerrado. 

Siempre he querido hacer el bien y ayudar, pero tenía una forma de ver las cosas muy tradicional. Si me habían enseñado que una cosa estaba bien y otra mal, yo decía que era cierto, porque había llegado a las mismas conclusiones y me parecían lógicas.

Sin querer hacía trampas porque solo contemplaba aquellas premisas que me llevaban a la conclusión que yo quería. Eso hacía que todo punto de vista distinto estaba equivocado, que todos eran buenos pero que no habían llegado a la verdad. 

¿Qué tiene que ver todo esto con mi corazón? Pues que en lo personal era muy cerrado, acercarse a mi no era tarea fácil ya que hasta dar un abrazo me costaba muchísimo y relacionarme según con quien me costaba muchísimo más. Para mi una relación perfecta tendría que ser con una chica que como mucho se llevase dos o tres años deferencia, que pensara como yo, que tuviera mis creencias.

Cuando veía una relación distinta a eso, siempre buscaba una justificación, como si de una enfermedad se tratara. "este ha llegado allí porque no tenía principios, "la otra le gusta ese porque en verdad busca un padre en vez de un novio" "el otro resulta que es por falta de afecto". Como me había encerrado, tenía argumentos y poca experiencia adquirida y me dedicaba a juzgar a los demás.

Todo eso había provocado que cuando me gustase una chica que no cumplía esas expectativas yo me volvía más inseguro ante ella  y me frustraba enseguida.

En mi época más cerrada, una chica empezó a preguntar por mi, parecía que yo le caía bien y sentía interés por mi. Me pidió el teléfono y aunque yo pensaba que no debía,  se lo di porque sentía curiosidad y me atraía.

Aunque sentía curiosidad por mí yo lo justificaba como siempre, pero sea como sea eso hizo que nos hicieramos amigos.  A ella le gustaba mi instinto protector y como quería ayudarla , así que me confío que estaba enamorada de una amor imposible, que si el mío con ella hubiese sido disparatado por la diferencia de edad, ese amor todavía había más diferencia.

Con ella he ido aprendiendo que el amor, no es una definición de diccionario. Yo que siempre había ido de sabelotodo, me di cuenta que esa chiquita me enseñaba a mí muchísimo sobre lo que son los sentimientos y el amor. Aunque hubo un tiempo en que me distancie por cosas que no vienen al caso, no hace mucho volvimos a recuperar esa amistad, volvemos a hablarnos y me hace sentir bien porque me valora y me cuida y es muy buena conmigo. Tiene paciencia y no me juzga y sigo aprendiendo mucho de ella, y aunque solo somos amigos, no es una amistad cualquiera, sino que es muy fuerte y daría la vida por ella, saca lo mejor de mi, nunca me juzga y nos preocupamos el uno por el otro.

Dicen que una amistad que dura más de siete años es ya para toda la vida, y la mía dura ya más de diez. Pero no hace falta que me lo digan, mientras ella quiera, siempre me tendrá en su vida.

Ahora mismo estoy escribiendo palabras que esconden mucho sentimiento.

Rebeca, sabes que te quiero un montón y este artículo lo he escrito para ti. Gracias por ser mi amiga y estar siempre allí.



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